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 Espacio que reservamos a cualquier alumno que destaque por su actitud, su trabajo, o por algún logro que merezca ser compartido con los demás.

 

Llanos Igualada

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 Con 6 años empecé a bailar en la escuela de Charo de Lara en Albacete, mi madre decidió apuntarme, ya que a mí me gustaba mucho la gimnasia rítmica y la natación sincronizada y en ambas, la danza es fundamental. 

Al descubrir la danza clásica me enamoré inmediatamente ; tanto Charo, como sus hijos, también profesores de danza, me animaron a continuar mis estudios, y a los 12 años entre en el Conservatorio profesional de danza “José Antonio Ruiz” (Albacete); fue allí donde en mis dos últimos años conocí a Elena Navarrete, la que me enseñó a dar todos los días el 100% de mí misma y a realizar cada clase como si fuera la última de mi vida, ella fue alumna de Carmina y la que me impulsó a formarme como bailarina en la academia de Carmina Ocaña y Pablo Savoye. 

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Antes de graduarme ya había asistido a varios cursillos de verano y de navidad. Siempre que podía me escapaba hacia Madrid para tomar clase con ellos. Allí descubrí un ambiente de trabajo increíble y solo deseaba que llegaran otra vez vacaciones, para ir a tomar clase a la escuela. También conté con la suerte de que tanto Pablo como Carmina fueron muchas veces como profesores invitados al conservatorio. 

Después de graduarme, no tuve ninguna duda en irme con ellos, para seguir formándome como bailarina; en 2018 me trasladé a Madrid y comencé mis clases en la escuela. 

Con Carmina aprendí, que la clase diaria es sagrada y que si quiero de verdad formar parte de este mundo me tenía que dejar la piel en cada clase. Pablo me enseñó a disfrutar de la danza y sobre todo a disfrutar encima de un escenario, que esta profesión tiene muchos altibajos y que tendría que intentar mantenerme siempre en una línea estable, ya que el avance no se consigue de un día para otro, sino que es una montaña rusa de subidas y bajadas en los que hay días que parece que no sabes hacer nada, pero a la larga te das cuenta de todo lo que has avanzado. 

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En la danza no es todo de color de rosa; una lesión en 2020, me hizo replantearme muchas cosas, en la escuela lloré, reí, cogí algún que otro enfado, tuve muchas alegrías… pero allí aprendí a gestionar todas esas emociones. 

Nunca olvidaré el día en que me preguntaron, cuál era mi objetivo, ¿era bailar profesionalmente?, a lo que respondí que sí, sin lugar a dudas, y ellos me contestaron “pues vamos a por ello”. 

Gracias a mis profesores de Albacete, a todo lo que aprendí en la escuela con Carmina, Aida y sobre todo, en mi última etapa, con Pablo; conseguí un contrato para el “State Opera Varna” en Bulgaria. 

Siempre estaré agradecida por ayudarme a convertirme en la persona y bailarina que soy. 

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